Conforme se van destapando las tramas mafiosas, que repartían el dinero dilapidado al erario público (y por consiguiente a todos los españoles), todavía se escuchan declaraciones justicieras por parte de quienes no hace mucho, se rasgaban las vestiduras en defensa de sus administradores. La lealtad a la Constitución Española y a todas sus leyes está de más. Esto es una vergüenza nacional. Han de pasar bastantes años, para que esta especie de políticos mute, y sea capaz de olvidar ese refrán tan típicamente español que dice: ‘quien parte y reparte se queda con la mejor parte’, que tan bien han utilizado, a costa de la confianza depositada en las urnas por las personas que ejercen su derecho al voto.
Este sistema chirría. Está enrobinado. Nos pide a gritos un buen lavado de imagen, y el engrase adecuado para que todas sus piezas funcionen a pleno rendimiento. Sustituir a las más deterioradas por otras nuevas, entraría dentro de la ardua obra de ingeniería. El problema se agrava cuando no existen en el mercado esas piezas tan determinantes.
La mutación del concepto de honestidad, es el rumbo hacia donde habrá que dirigir a este sistema tan complicado.