¿Cómo podríamos evitar tanta manipulación desvergonzada?
No me digan que no es vergonzoso el circo mediático que se ha creado en torno al reparto de la tarta electoral en Cataluña. En el último tramo de la campaña, se abre la caja de los truenos y se destapa una maloliente y escabrosa trama (típico del poder) de comisiones ilegales, depositadas con premeditación (bajo el delito de fraude fiscal) en esos paraísos ya conocidos.
Todo parece una historieta que tanto si es verdad como si es una burda mentira ha trascendido en perjuicio de esa esperada imagen que quieren ver fuera de nuestro país. Miren. No les quepa duda alguna. Somos el hazmerreír del mundo mundial. No nos gana nadie a gualtrapas, traidores y aventajados practicantes del abrazo, con puñalada trapera incluida.
Las últimas noticias de toda esta tormenta, nacidas (según parece) en el centro neurálgico de la cultura catalana, El Palau, se pueden convertir en un tornado demoledor contra jueces, fiscales, policías, políticos, periodistas y algún que otro venerable señor, instalado en la tranquilidad de su vida pasiva.
A la gente de este otro lado, no nos sorprendería algún día tener que solicitar los servicios de la justicia, la policía y la prensa en el lado contrario. O sea, en chirona. Porque a este paso, y en vista de la discutible unión que existe entre ellos, acabarán en una querella general sangrante, con resultado de juicios y sentencias desfavorables para todos ellos.
Bueno, ¡feliz día electoral!