La vida es el periodo de tiempo que se toma el ser humano para dar una puntuación al que se muere: “con lo bueno que era, o lo malo”. Esta puntuación, se centuplica cuando el que se muere ( o está en camino), ha tenido una vida pública cargadita de actos multitudinarios, de orden masivo por su profesión: torero, cantante, entre otros Lo del torero José Ortega Cano, deja una vez más en evidencia el nivel cultural que nos gastamos en esta España tan peculiar.
Como ya se sabe de sobra por la trascendencia que en este país se le da a ciertas actividades profesionales, éstas, caprichosamente se vuelven en contra cuando toca, porque así es nuestro talante mediterráneo. Este hombre, que se debate entre la vida y la muerte por las causas que ya se conocen, lleva postrado en la cama de una unidad de cuidados intensivos del Hospital de Sevilla varios días.
Su estado es más bien grave, con lo que la familia estará viviendo momentos, nada deseables para nadie. A lo que voy, es que nos gusta denostar de una forma irrespetuosa hacia personas que, no habiendo nada ilegal en su contra (ni antes, ni ahora y quizás ni después), ya lo hayamos puntuado, dejando caer correspondencias con el alcohol, las drogas y no sé qué más. Creo que Ortega Cano, se merece un gran respeto por su trayectoria profesional y social, al margen de su vida privada.
Toda esa carroña televisiva hipócrita se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia, no se merecen estar apoyados por esos índices televisivos de audiencia. Dejando tanto que desear en el panorama cultural del país y que casi se convierte en el deporte nacional, después del fútbol. El respeto a las personas, es cuestión simplemente de educación. La presunción de inocencia (además de estar amparada por la ley), también lo es.
Publicado en el periódico La Tribuna de Albacete 19-06-2011
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